Dado lo extenso y amplio del tema podría hacer una disertación sobre la mentalidad femenina y el deseo de ser consideradas como ambas cosas en nuestra verdadera naturaleza o la dualidad de la condición femenina, o puta o princesa.

Como nunca me gustaron los ensayos ni siquiera en la carrera prefiero irme a mi campo literario, la novela o el cuento, y esto es lo que te presento y así espero que te guste.

Acabo de despedir a la última de las criadas y contemplo mi imagen en el espejo de marco dorado iluminada por una vela, el pelo trenzado, el velo de perlas y la corona de oro y diamantes que brilla en mi cabeza ahora no me hace hermosa, sé que no te gustan tantos aderezos y la última vez que me viste así te reíste de mi durante un buen rato. "Seguro que tus criados y súbditos se reirían como yo al ver a la princesa en vuelta en tules abierta, desnuda y gimiendo de deseo ante un pirata..."

Intento quitarme yo sola todos los adornos del pelo pero aún me cuesta hacerlo tras tantos años de manos que lo hacen por mí, comienzo a soltar todos los mechones y a peinarlos, casi a enredarlos para que estén desordenados, un desorden dentro de un orden como a ti te gusta así que desarmo los rizos para dejar la melena salvaje.

Quitarme el vestido de noche, los polisones y los pantaloncitos ya me es más dificultoso pero la última vez que aparecí así ante ti los cortaste para acceder a mí y no tenía modo de explicar por qué la ropa interior de la princesa estuviera rota cortada y manchada como la de una... sonrío ante tal pensamiento, aun roja y turbada, imagino las palabras dichas por ti y sacudo la cabeza, tengo que apresurarme, si llego tarde me castigaras, ¿quién osaría castigar a una princesa? Solo el Dueño de esa princesa, un temible pirata.

Aún recuerdo la primera vez que te vi, acababas de aparecer en la corte del Rey por unos tratados de comercio, se rumoreaba que compartías cama con la misma Reina de tu país y mi padre se apresuró a que las amas me envolviesen en velos y vestidos para que no te fijases en su única hija, la princesa de un reino del que podrías encapricharte, o quizá temía que me encaprichase yo, la testaruda hija de una dinastía de testarudos e indómitos reyes, y de celosas y apasionadas reinas, obvia decir que no consiguió nada.

¿Recuerdas la fiesta que diste en tu barco atracado ese muelle esa noche? aún recuerdo mi vestido, robado a una de las cortesanas amantes de mi padre y una de mis mejores amigas, ella me ayudó a salir del palacio por los pasadizos que esta noche volveré a recorrer para ir a tu encuentro.

La fiesta era obviamente para personas como tú, que siempre supiste andar entre lo más alto, y lo más bajo, y las mujeres... bueno, ambos sabemos que mujeres invitaste, ¿quizá es porque ya sabrías que iría y querías probarme? a lo mejor solo era para darme celos, o para que me mostrara tal y como dices que soy, tus propósitos siempre permanecen en la sombra para mí. Pero si algo se es que lo conseguiste. Aun puedo escuchar la música sonando en cubierta y como estabas en el centro, rodeado de admiradoras o amantes, como te desee entonces, como quería que fueses mío, por eso me acerqué bailando, con el vestido semitransparente casi abierto, mostrando unos pechos blancos, turgentes, casi a punto de salirse del vestido, también llevaba el cabello suelto, no creí que nadie me reconociese pues quien iba a pensar siquiera que la princesa del reino estaría allí, en el barco del pirata más famoso por su depravación?

¿Me miro en el espejo y veo el deseo inundando mis ojos, como tiñe mis mejillas de rojo, es esta la mirada a la que refieres? ¿Esta es la mirada que surge cuando me agarras con fuerza y me besas empujándome contra las columnas de la cama? ¿Cuándo noto que un hilillo de sangre cae por mi barbilla tras tu beso y una bofetada resuena en mi oído y enrojece un lado de mi cara porque te he hecho esperar un minuto?

Aquella noche te la enseñé por primera vez, pero solo de reojo, no quería entregártela, antes bailé con uno y con otro, no recuerdo si eran de tu barco o invitados, creo que alguno me tocó o intento besarme, no o recuerdo, podría decir que al intentarlo tú te levantaste y me lo quitaste de encima movido por los celos o tu deseo de posesión, pero ambos sabemos que no es verdad. Te divertiste manteniéndote al margen , viendo hasta donde llegaría con ellos por llamar tu atención, dicho con tus palabras, "muéstrame como de puta es la princesa", aunque al final te acercaste, con esa sonrisa con la que me aguardas cada noche metiste tu mano bajo mi vestido y la introdujiste en mi sexo con un solo movimiento, ambos oímos el ruido que produjo al empaparse de mí, incluso a pesar de la música.

La ropa ya está tirada a mis pies, y casi de un salto me coloco las medias rojas atadas con lazos a los muslos y una suave cinta de raso roja al cuello como tú me dijiste, el pensamiento de que tendré que recorrer los fríos pasillos así vestida me estremece como cada vez que lo hago, el miedo a ser vista y las ganas de verte se entremezclan en mi piel y en mi sexo, completamente mojado antes de cruzar el umbral de la puerta.

Aquella noche también estaba empapado, como bien comprobaste y dijiste en voz alta para humillación mía y risas de las demás mujeres, mujeres a las que yo superaría en lujuria, en deseo y en artes como pronto sucedería, pero aún era solo eso, una princesa que desea ser puta. Ahora como tu bien dices soy una puta disfrazada de princesa. La tuya.

Los pasillos están vacíos pero las voces resuenan en las estancias tras las paredes, quizá haya alguien observando mi paso, mucho me extrañaría que no lo hubieras enviado tu para sorprenderme y hacer que el rubor aflore en mis mejillas, cualidad rara en una zorra pero que yo aun poseo. Mi pecho se hiergue ante el frio y los pezones se endurecen, están completamente rígidos cuando llego a la alcoba donde aguardas, espero no haber tardado demasiado o los polisones, corsés, lazos y encajes mañana ocultaran tus mordiscos, tus caricias y las de tu fusta, esa que te acompaña siempre. Si no te he hecho esperar demasiado notaré tus brazos entre las sombras y quizá tu lengua entrando en mis labios o tus manos agarrando mi pelo dirigiendo mi cabeza y mi boca hacia abajo, hasta beber de ti.

Yo disfrutaré de cada caricia y de cada gemido como la zorra que soy mientras le oigo susurrar en mi oído palabras llenas de dicha y deseo y sobre todo la que nos trajo aquí: Puta.

¿Habré acertado? Espero oír tus palabras.

Te Amo


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